Exposición SIEGBERT FRANKLIN - Espacio de Arte Antonio Pérez. Centro San José - GUADALAJARA -ES
luZes do eQuador
Siegbert Franklin, Fortaleza1957
Texto: Francisco Lara Mora
Este artista
cearense (nacido en el Estado de Ceará), hijo de padre paulista (Estado de Sao
Paulo) –cuyos padre y madre eran del Amazonas-, nieto de ingleses e indios,
cree que tal vez de sus orígenes le venga el interés por la cultura primitiva
de los pueblos indígenas.
La vida
artística de Siegbert comienza en los años 70, cuando Brasil vivía bajo el
gobierno de la dictadura militar que duró hasta el año 1985, su trabajo tenía
mucho que ver con el arte conceptual, ligado a verbalizar las cuestiones
sociales. Tuvo la influencia de artistas como Bené Fonteles, que tiene una obra
muy interesante en esa área. Si bien, ante todo, se considera dibujante
en el sentido de cómo utiliza la línea en sus trabajos, desde siempre ha usado
la técnica del collage, interesándose por la basura tecnológica como elemento
para crear y el diseño gráfico.
“luZes do eQuador” es una exposición viva
en la que Siegbert Franklin viene trabajando desde 1978, desde que hiciera su
primera exposición de la serie en el Centro de Cultura Germánica de la
Universidad Federal de Fortaleza (Brasil). Y más tarde fue expuesta en el
prestigioso MASP (Museo de Arte de Sao Paulo).
El encuentro
entre la civilización indígena y la nuestra es el tema central de la muestra.
Imágenes del día a día de las comunidades indígenas, frente a otras cotidianas
de nuestra civilización, que nos remiten valorar cuestiones de educación
ambiental y preocupación ecológica, entre otros muchos aspectos.
Los dibujos
que presenta son un contrapunto al rigor de la máquina; tal vez una tentativa
de polarizar los dos sentidos que subyacen en la muestra, el tecnológico
frente al gesto más natural, el trazo, sin más recurso que el papel y la
línea. El autor afirma que no tiene la pretensión de discutir el soporte
como medio de expresión, su intención es apenas realizar un
ejercicio de su pleno lenguaje plástico que es sin duda el dibujo. Las obras
son un especie de hilván entre el dibujo, el ordenador y su trabajo de últimos
15 años, como técnica mixta que son, en ellas usa todos los recursos que van
desde la más simple línea del dibujo al uso de la materia, sea a modo de
collage, veladuras u otras técnicas.
La
exposición es un homenaje a Orlando y Cláudio Villas Bôas, de los que
Siegbert dice poéticamente “me iluminaron en la búsqueda de estas Luces que
brillan aunque tenuemente bajo la línea del Ecuador”.
LOS HERMANOS VILLAS BÔAS Y EL PARQUE INDÍGENA XINGÚ
Los hermanos,
(Leonardo (1918 – 1961), Cláudio (1916 – 1998) y Orlando (1914 – 2002),
establecieron contacto con 18 tribus indígenas que hasta 1943 apenas habían
visto gente del mundo exterior. Quedaron fascinados, pero también se dieron
cuenta de que los indios eran muy vulnerables; con la invasión de sus tierras
por el hombre blanco, seguramente desaparecerían, diezmados por las
enfermedades y la destrucción de su cultura.
La única solución,
pensaron los hermanos, era presionar al Gobierno de Brasil para que creara una
gran reserva en los bosques amazónicos, aislada del resto del mundo, donde los
indefensos indígenas podrían ser trasladados. Lanzaron una campaña en todo el
país que condujo a la creación del Parque Nacional Xingú en 1961, una reserva
de 25.000 kilómetros cuadrados situada en el Estado de Mato Grosso. Trasladaron
a varios grupos indígenas a este territorio relativamente seguro.
Actualmente,
viven en el área de Xingú, aproximadamente 5.500 índios de catorce etnias
diferentes pertenecientes a las cuatro grandes familias lingüísticas
indígenas do Brasil: Carib, Aruak, Tupi, Jê. Centros de estudio, inclusive
la UNESCO, considera que ese área es el más bello mosaico
lingüístico puro de Brasil. Las tribus que vivem en La región son:
Kuikuru, Kalapálo, Nahukuá, Matipú, Txikão (Ikpeng) -todos de tronco carib-, Mehináku,
Waura, Yawalapití -tronco Aruak-, Awetí, Kaimaiurá, Juruna, Kayabí -tronco
tupi-guarani-, Trumãi, -lengua aislada-, Suiá -tronco Jê-; también han vivido
en el parque los indios Panará (Kreen-akarore), los
Menbengokrê (Caiapó) y Tapaiuna. Creado el Parque Indígena do Xingu, em
1961, Orlando Villas Boãs fue nombrado su administrador General.
En el
ejercicio de esa función, La posibilidad de mejorar la asistencia al
indio, garantizar la preservación de la fauna y de la flora de la región,
reactivar los Puestos de asistencia. Aunque como administrador del Parque,
Orlando Villas Bôas, favoreció la realización de estudios de etnología,
etnografía e lingüística a investigadores no sólo nacionales, sino
también de universidades extranjeras. Autorizando, además, la filmación
de documentales sobre la vida de los indios, dio margen a un
valioso acervo audiovisual. La épica emprendida por los hermanos Villas Boas
es uno de los más importantes y polémicos episodios da antropología
brasileira y de la historia indígena. La concepción del Parque
Indígena de Xingú, los costes para su implementación y sus drásticas
consecuencias, el constante ataque de madereros y latifundistas, las políticas
indigenistas del Estado brasileiro son temas importantes para la reflexión
sobre el significado de toda esta experiencia.
El propio
Orlando Villas Bôas, que visitó la exposición luZes do eQuador en Sao Paulo, escribía en 1999 sobre Siegbert:
“...crea un recuerdo del momento psicológico de la Santa Cena, donde la
figura presente del redentor es sustituida por un indio. En la primera,
Jesús se despide y perdona, en la segunda, el indio, aunque no sabiendo lo que
viene a ser perdón, entrega el destino de su gente a la saña conquistadora de
los nuevos dueños de la tierra.”
DOS CIVILIZACIONES
En palabras del artista brasileño Bené Forteles, “Siegbert
reinventa la historia de dos civilizaciones contraponiendo sus valores y
asumiendo una posición crítica sobre el comportamiento de una, en detrimento de
otra. Así, la pureza de la cultura del indio en sus destinos y vivencias es
comparada a la fragilidad y a la opresión de la nuestra, basada en el
exterminio de nuestros propios semejantes y de aquellos que representan todavía
la última hipótesis de la verdadera harmonía del ser humano en la naturaleza:
el indígena.”
El título de la exposición, fue elegido por el autor en
un sentido mitad místico, mitad chamánico. Una de las imágenes más simbólicas
de la exposición es la representación de la evolución, Siegbert coloca un
soldado americano con un pedazo de ser humano, en la guerra de Vietnan, tratándose
de una foto que ganó diversos premios, y la fotografía de un indio sosteniendo
algunos peces. Organizando la evolución de forma invertida. Aunque el autor
reconoce que el conocimiento tecnológico invalida la posibilidad de volver
atrás, considera que los valores culturales indígenas deberían ser repensados y
remirados, con una visión más sutil.
Siegbert
cuenta como se apropió de las imágenes indígenas, interesado por las mismas
pero sin tener referencia de quienes eran fotografiados en las ellas. Y como
Orlando Villas Boas al visitar su exposición se emocionó hasta la lágrima y le
contó que aquellas personas eran íntimas para él y que el indio colocado en el
lugar de Jesús, mediante collage, era Tacumá, el Chamán más importante del Alto
de Xingú. Lo que el autor desconocía.
Otra obra
muestra la construcción de una taba indígena, en su opuesto contrasta la
construcción de un centro empresarial en una ciudad. Mientras el indio
construye en armonía con la naturaleza, el hombre llamado civilizado construye
destruyendo la naturaleza, menospreciando el paisaje en función de los logros.
Continuando con otra serie de ejemplos de formas de comportamiento y costumbres
de culturas diferentes, en la que una devora a la otra sin piedad.
Así mismo, en
palabras de Bené Forteles, “Siegbert traza un paralelo que nos parece a veces
violento, pero que, por su forma, cada vez más habitual, la
descaracterización y aculturación del indio se procesa sin el derecho de
vivir dentro de su verdad ecológica, y sí entre abusos y falta de respeto a la
misma. …El indio es un ejemplo de luz, de claridad, por eso, luZes do eQuador es una propuesta de
ensanchar esta luz, denunciando las tinieblas que vienen del mal espíritu de
los que aún no creen y ni siquiera conocen la intimidad de la naturaleza.”
En definitiva, esta
exposición es una buena ocasión para reflexionar sobre nuestro papel como
ciudadanos, responsables en muchos casos si no por acción seguro que por
omisión, de la evolución de esta cultura clasista y materialista ejemplo de violencia;
no solo física, sino que despliega toda una gama de violencias que van
desde la racial, religiosa, sexual…a la económica que es la que subyace
tras las otras formas y que de nuestra cultura, adalid de los derechos
humanos, más difícil será extirpar.
ARTE EN TIEMPOS DE CRISIS (DE VALORES)
Vivimos un momento histórico de transformaciones graves y
cada vez más aceleradas. Un mundo en crisis genera el cambio global, con altas
cotas de azar e incertidumbre. Ni siquiera un colapso socio-ecológico de
dimensiones mundiales está excluido. Atravesamos una problemática que es
ecológica, pero también política, económica, cultural y social; y que afecta
directamente al bienestar humano. Los modelos de desarrollo inadecuados son en
gran parte causantes de esta crisis: nos corresponde ser artífices de las
soluciones. Se está viendo mermada la diversidad biológica y cultural que
constituye la garantía más firme de nuestras perspectivas de futuro: las
lenguas y las palabras desaparecen incluso a un ritmo superior a la extinción
de especies.
“luZes do eQuador” pretende facilitar la
reflexión sobre la actual coyuntura, siendo su temática, ahora más que
nunca, cabecera de la actualidad. ¿Qué puede aportar la creación artística a la
construcción de esta nueva mirada?
Afrontar el
cambio requiere de miradas creativas que nos permitan interpretar lo que vemos
y reconstruir los lazos que unen a las personas entre sí y con la naturaleza.
Las nuevas ópticas se nutren de visiones científicas y artísticas
complementarias, capaces de mostrar y alumbrar nuevos esquemas de pensamiento
mestizo que nos enseñen a vivir enraizados en la tierra, respetándola y pisando
ligeramente sobre ella.
Seguimos sin
afrontar el conflicto básico entre finitud de la biosfera y nuestros sistemas
socio-económicos en expansión continua, impulsados por la dinámica de la
acumulación del capital. Estamos ante la crisis de la codicia, el resultado
acelerado del gobierno de lo individual frente a lo colectivo.
Es necesario
trabajar con la memoria y los saberes de los pueblos. Desde ellos, imaginar un
futuro diferente será el primer paso para construirlo. La consciencia de
nuestra ignorancia es importante, porque nos indica lo que no sabemos y nos
obliga a aprender desde la incertidumbre. Aprender haciendo, hacer aprendiendo,
supone no alterar irreversiblemente la dinámica de la vida natural y social.
Las personas
podemos recuperar desde el arte el valor intrínseco de la vida, los bienes
comunes, los nexos de reciprocidad, la gratuidad de los intercambios, las
múltiples formas de resolver problemas sin pasar por el mercado… Todas las
culturas tradicionales saben que demasiado de lo bueno puede convertirse en
malo: pero a la cultura occidental, aquejada de tecnolatría y mercadolatría, le
falta ese conocimiento básico.
Unas artes
reorientadas hacia la sostenibilidad contribuirían a redescubrir el camino
medio, apreciar el tamaño óptimo de cada proyecto y situar el concepto
filosófico de la alteridad en el corazón de nuestra cultura.
Texto: Francisco
Lara Mora (comisario). Fortaleza
(Brasil), noviembre de 2009.