CONJUNTO ESCULTÓRICO «DEL LIBRO DE LA VIDA».
Joaquín Manzano Carrero, San Vicente de Arévalo (Ávila), 1962.

La tercera página la brindarán los escolares infantiles, con sus juegos alrededor del jardín, cuando esta distopía, que vivimos desde los primeros meses del año, llegue a su fin y los alumnos puedan seguir con sus aulas presenciales de las que nunca más se les debiera privar. Así, la escultura iba a ser inaugurada el 23 de abril de 2020, Día del Libro en España, coincidentemente el día del aniversario del autor. Acto que fue suspendido tras la declaración gubernamental del Estado de Alarma.
A la edad de 17 años, Gutiérrez viajó a Madrid para trabajar en el taller de Luis Salvador Carmona, antes de viajar a Italia para continuar su formación. Previamente a abandonar su tierra natal, parece ser que en su adolescencia pudo trabajar en las canteras de granito de Cardeñosa, las mismas de donde procede el material empleado por Joaquín para realizar «Del libro de la vida».
Interesado en recuperar para su localidad natal la figura del ilustrado escultor, en 1998 Joaquín Manzano decide iniciar su propia Cibeles. Comienza realizando una estructura de hierro corrugado, mediante soldadura electrógena, para posteriormente rellenar el “esqueleto” de la Diosa con cemento. La escultura resultante alcanzó un peso aproximado de unos 2.000 Kg con una altura de 520 cm. Adorada en la península de Anatolia desde el Neolítico como la Madre Tierra, Joaquín Manzano retoma el tema de su paisano, retrocediendo en su representación a los orígenes del culto. Siendo donada e instalada públicamente por su autor en San Vicente de Arévalo, desde 2015.
Diosa Cibeles de Joaquín Manzano en San Vicente de Arévalo (Ávila).
LECTURAS COMPARTIDAS.
Conocí a Joaquín en 1971, a la edad de nueve años, en un internado en Madrid
donde convivimos hasta los dieciséis años. Tardamos poco tiempo en descubrir
que uno de los lugares privilegiados en aquellas vetustas instalaciones era la
biblioteca, especialmente en los fríos días de invierno. Así, empezamos a pasar
allí horas y horas, entre las aulas de la mañana y de la tarde, especialmente
las sobremesas, tras la comida principal a las 13,30. Devorábamos todo tipo de
libros, en principio de aventuras como los de piratas y corsarios de Emilio
Salgari o El último de los Mohicanos
(James Fenimore Cooper), al tiempo que
entramos en contacto con la poesía de San Juan de la Cruz, los clásicos de la
literatura española, o descubríamos la Ilíada y la Odisea.
En los ochenta viajamos juntos, por tierra y mar, hasta Londres y
compartimos vivencias inseridos en el Movimiento Squater que proporcionarían material precioso para innumerables
películas, como descubrimos asistiendo a My
Beautiful Laundrette (1984) –Mi Hermosa Lavandería[2]- o Sammy and Rosie Get Laid (1987) –Sammy y
Rosie se lo montan[3]-,
dirigidas por Stephen Frears, con guión
de Hanif Kureishi, mostrando perfectamente el ambiente social que tanteábamos
entregados, que reflejaba algunas de las
consecuencias que “la diáspora” tuvo en Gran Bretaña, prestando especial
atención a los procesos de hibridación y de adaptación de los personajes a un
medio social frecuentemente hostil. En el caso de la segunda, mostrando de
forma satírica los disturbios de Brixton, donde vivíamos, que tras la muerte de Cherry Groce, la mujer
inocente asesinada por la policía en su propia casa, derivó en el incendio de
la Comisaria de Policía, resultando más de 200 policías heridos. Conflicto que
coincidió con nuestra mudanza de barrio, en una furgoneta de la librería del
movimiento esquater del barrio de
Brixton, obligándonos a atravesar con “salvoconducto” los bloqueos callejeros
de los manifestantes.
Con posterioridad, al regreso de Joaquín Manzano de su periplo londinense, compartimos durante varios meses un taller de carpintería en la Plaza de San Ildefonso de Madrid. Ya en los noventa, convertimos los bajos (antiguas cuadras) de mi casa en Pastrana, en la calle de San Juan de la Cruz, 1 (popularmente Bocequillas), en una sala de Exposiciones donde compartiríamos espacio, presentando obras permanentemente desde 1991 a 1999. Previamente había presentado a Joaquín en algunas tiendas/galería donde vendía mis obras, en Barcelona y Madrid, colaborando en la organización de su primera exposición individual de escultura (1989), en la Galería La Tour de la calle Amnistía de Madrid. Y desde el espacio alcarreño, constituimos el grupo Artistas de Pastrana, junto con el pintor local Hilario Ranera, realizando exposiciones en el Ateneo de Guadalajara, en Pastrana y en el Ayuntamiento de Sacedón.
En la mañana del pasado 19 de agosto recordaba, a las puertas del CEIP Parque Eugenia de Montijo, estas y otras vivencias compartidas mientras esperaba la llegada del camión grúa donde Joaquín Manzano y Pedro López –amigo sanvicentero desde la infancia- transportaban la escultura «Del libro de la vida» desde su taller en San Vicente de Arévalo, para proceder al proceso de descarga e instalación de la obra. Por experiencia, la hora de la verdad, donde las fuerzas y volúmenes ponen a prueba los límites de la maquinaria y los útiles necesarios, así como el ingenio, destreza y profesionalidad de los operarios. En ese caso personalizado en el propio artista.
Texto: Francisco Lara Mora, Madrid 24/08/2020
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